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“He aquí que hemos vuelto a
la concepción del mundo que tenían los grandes fundadores de la filosofía
griega, a la concepción de que toda
la naturaleza, desde sus partículas más ínfimas hasta sus cuerpos más
gigantescos, desde el grano de arena hasta el Sol, desde el protista hasta el
hombre, se halla en un estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo
constante, sujeto a incesantes cambios y movimientos...”
“Los innumerables soles y sistemas solares de nuestra isla cósmica,
limitada por los anillos estelares extremos de la Vía Láctea, se desarrollaron
debido a la contracción y enfriamiento de nebulosas incandescentes, sujetas a
un movimiento en torbellino cuyas leyes quizás sean descubiertas cuando varios
siglos de observación nos proporcionen una idea clara del movimiento propio de
las estrellas...”
“Pasaron seguramente miles de años antes de que se dieran las
condiciones para el siguiente paso adelante y de la albúmina informe surgiera
la primera célula, merced a la formación del núcleo y la membrana. Pero con
la primera célula se obtuvo la base para el desarrollo morfológico de todo el
mundo orgánico; lo primero que se desarrolló, según podemos colegir tomando
en consideración los datos que suministran los archivos de la paleontología,
fueron innumerables especies de protistas acelulares y celulares...que fueron
diferenciándose hasta formar las primeras plantas y los primeros animales. Y de
los primeros animales se desarrollaron, esencialmente gracias a la diferenciación,
incontables clases, órdenes, familias, géneros y especies, hasta llegar a los
vertebrados y finalmente, entre éstos, a la forma en la que el sistema nervioso
alcanza su más pleno desarrollo y en que la naturaleza adquiere conciencia de sí
misma en la persona del hombre.”
“Con el hombre entramos en la
historia. También los animales tienen una historia, la de su origen y
desarrollo gradual hasta su estado presente. Pero, los animales son sujetos
pasivos de la historia, y en cuanto toman parte en ella, esto ocurre sin su
conocimiento o deseo. Los hombre por el contrario, a medida que se alejan más
de los animales, en el sentido estrecho de la palabra, en mayor grado hacen su
historia ellos mismos.”
“En los países industriales más adelantados hemos sometido las fuerzas
de la naturaleza, poniéndolas al servicio del hombre; gracias a ello hemos
aumentado inconmensurablemente la producción, de modo que hoy un niño produce
más que cien adultos. Pero, ¿cuáles han sido las consecuencias de este
acrecentamiento de la producción? El aumento del trabajo agotador, una miseria
creciente de las masas y un crac inmenso cada diez años. Darwin no sospechaba
qué sátira tan amarga escribía de los hombres, y en particular de sus
compatriotas, cuando demostró que la libre concurrencia, la lucha por la
existencia celebrada por los economistas como la mayor realización histórica,
era el estado normal del mundo animal. Únicamente una organización
conciente de la producción social, en la que la producción y la distribución
obedezcan a un plan, puede elevar socialmente a los hombres sobre el resto del
mundo animal.”
“...la materia prima
incandescente que dio origen a los sistemas solares de nuestra isla cósmica se
produjo de forma natural, por transformaciones del movimiento que son inherentes
por naturaleza a la materia en movimiento y cuyas condiciones deben, por
consiguiente, ser reproducidas...aunque sea después de miles de millones de años,
más o menos accidentalmente, pero con la necesidad que es también inherente a
la casualidad.”
“Llegamos así a la conclusión
de que el calor irradiado al espacio cósmico debe, de un modo u
otro...convertirse en otra forma del movimiento en la que tenga la posibilidad
de concentrarse una vez más y funcionar activamente....Este es el ciclo eterno
en que se mueve la materia, ...un ciclo en el que cada forma finita de
existencia de la materia...es igualmente pasajera y en el no hay nada eterno de
no ser la materia en eterno movimiento y transformación y las leyes según las
cuales se mueve y se transforma. Pero, por más frecuente e inflexiblemente que
este ciclo se opere en el tiempo y en el espacio, por más millones de soles y
tierras que nazcan y mueran, por más que pueda tardar en crearse en un sistema
solar e incluso en un solo planeta las condiciones para la vida orgánica, por más
innumerables que sean los seres orgánicos que deban surgir y perecer antes que
se desarrollen de su medio animales con un cerebro capaz de pensar y que se
encuentren por un breve plazo condiciones favorables para su vida, para ser
luego también aniquilados sin piedad, tenemos la certeza de que la materia será
eternamente la misma en todas sus transformaciones, de que ninguno de sus
atributos puede jamás perderse y que por ello, con la misma necesidad férrea
con que ha de exterminar en la Tierra su creación superior, la mente pensante,
ha de volver a crearla en algún otro sitio.”
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