CHOMSKY:
LOS DILEMAS DE LA DOMINACIÓN Ulises
Gorini "Acción"
lo entrevistó durante su primera visita a Cuba, que el gobierno de la isla
calificó de histórica por la valentía de enfrentar la censura y la
discriminación que impone el establishment norteamericano a aquellos que violan
el persistente bloqueo. "Tardé mucho en venir", dijo emocionado. Pero
ahí estaba, entre otras cosas para asistir a una conferencia científica
internacional organizada en La Habana por el Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, en la que disertó sobre los dilemas del imperio en medio de la
declarada "guerra contra el terrorismo". -
En sus escritos y conferencias sobre la guerra en Irak usted invierte la lógica
del discurso de Bush. Si él dice que hace la guerra para combatir al
terrorismo, usted opina que hacer la guerra conduce a la proliferación del
terrorismo. -
Lo que sostengo es que si unos atacan los otros se van a defender. En cuanto a
la proliferación del terrorismo como consecuencia de la guerra contra Irak, eso
fue señalado incluso antes por los servicios de inteligencia norteamericanos y
también por especialistas en relaciones internacionales. Si la estrategia de
Seguridad Nacional anuncia que los Estados Unidos atacarán donde quieran, lo
que consiguen de ese modo es que el atacado les responda, dicen los analistas.
Los sostenedores de la Seguridad Nacional hicieron lo que anunciaban en Irak y
obtuvieron la respuesta que los analistas pronosticaron. La gente busca alguna
forma de defensa. Aunque, es claro, no pueden competir en fuerza militar con
EE.UU., cuyo gasto en Defensa supera al del resto del mundo. Entonces el pueblo
se vuelca a las armas que tiene a su disposición y esas son las armas del
terrorismo. Es una cuestión simple de lógica. -
Entonces, ¿fue un error de Bush no tener en cuenta esos pronósticos o a pesar
de esos pronósticos Bush decidió que había que hacerlo igual? -
La administración Bush entiende esto perfectamente bien, no quería ese
resultado, pero eso no es importante. Lo importante es estar capacitado para
dominar el mundo y para controlar las reservas de energía, que es a su vez un método
para controlar Europa y Asia, sus mayores competidores por el poder. El gran
dilema es que la violencia genera más violencia, y las víctimas potenciales de
las armas de destrucción masiva y del terror van a usar las armas de los débiles,
el terrorismo. Frente a esa realidad, las perspectivas son horrorosas. Pero es
la lógica con que se manejan. También, hacia el interior de EE.UU., para
llevar adelante sus programas domésticos intentan eliminar toda la legislación
que ha protegido a la gente de las fuerzas del mercado. Pero a la vez necesitan
un Estado fuerte, para proteger a los ricos y poderosos, no para que la mayoría
tenga servicios sociales. Esa es la historia del imperialismo desde el siglo
XVIII, cuando todavía los países que pertenecerían al Tercer Mundo eran casi
iguales a los del Primer Mundo. Argentina, por ejemplo, era uno de los países
ricos del mundo. Y en el siglo XVIII China e India eran las potencias
comerciales del mundo. Lo que hoy es el Tercer Mundo fue obligado a aceptar las
fuerzas del mercado, pero no Inglaterra, EE.UU., Alemania ni Francia. De hecho,
los estados poderosos pudieron serlo porque violaron todas las normas del
comercio libre y de la Organización Mundial del Comercio, o las normas que hoy
se intentan fijar, que en definitiva están diciendo "no se
desarrollen". En los propios EE.UU. tampoco hay un mercado libre. Mire, por
ejemplo, las famosas nuevas tecnologías -computadoras, productos electrónicos,
telecomunicaciones, Internet- se desarrollan por el impulso del Estado, a partir
del sector estatal de la economía. Por
ejemplo, el MIT -Massachusetts Institute of Technology- está recibiendo fuerte
financiamiento del Estado para desarrollar lo que yo creo que es tecnología de
avanzada (antes la computación, ahora la biotecnología) y recién después se
lo pone en manos privadas. La idea es que el pueblo que paga sus impuestos sea
el que corra con el riesgo. Pero unas son las reglas que se emplean para el
propio desarrollo y otras las que se le aplican a los demás. Lo mismo que con
la famosa deuda externa del Tercer Mundo: si un dictador del Tercer Mundo pide
dinero y luego lo envía a un banco de Londres o lo usa para irse de vacaciones,
cuando el que le prestó le pide que se lo devuelva, el dictador ya no lo tiene,
y quienes pagan son los campesinos y los ciudadanos que no pidieron el dinero. Y
los bancos ricos que lo prestaron ahora son financiados por el FMI a través de
los impuestos. No es así cómo el capitalismo se supone que trabaja en teoría,
pero ocurre en la práctica. El principio capitalista es que los que pidieron el
dinero paguen el préstamo, y si el banco no puede tener su dinero de vuelta, es
un problema del banco. Pero nadie cree en los principios capitalistas, solamente
se los imponen a los débiles. Ocurre tanto hacia el interior de las sociedades
como en la arena internacional, esa es toda la historia del capitalismo. -
Efectivamente, ahora, como EE.UU. está ocupando Irak, no va a pagar la deuda
contraída por Saddam Hussein. Es lo mismo cuando las colonias americanas se
liberaron de Inglaterra, se canceló la deuda. -
Esta estrategia belicista, de Seguridad Nacional en los términos que la enuncia
Bush, es verdaderamente peligrosa incluso para Estados Unidos. -
Por eso es que los grupos de elite se oponen, porque dicen que hay formas más
"baratas" de obtener los mismos objetivos. Es evidente la división en
la elite política norteamericana acerca de este punto. Por ejemplo, la
administración Bush ha sido objeto de enormes críticas por parte de la elite
de relaciones exteriores. La guerra en Irak se concretó sin el respaldo de la
ONU. Washington actuó según su Estrategia Nacional de Seguridad anunciada por
el gobierno de Bush en septiembre de 2002, que causó preocupación y temores a
escala mundial, inclusive entre la elite de política exterior. Se la vio como
una versión bastante peligrosa de la máxima de Tucídides de que "las
grandes naciones hacen lo que desean, y las pequeñas aceptan lo que
deben". De manera reiterada, cada vez que Naciones Unidas cesa de servir de
instrumento suyo, Washington la descarta. Por
ejemplo, el año pasado el Comité de Desarme y Seguridad Internacional de la
ONU adoptó una resolución que propuso medidas más fuertes para evitar la
militarización del espacio, y otra para reafirmar el Protocolo de Ginebra, de
1925, contra el uso de gases venenosos y de guerra bacteriológica. Ambas fueron
aprobadas de manera unánime, con dos abstenciones: las de EE.UU. e Israel. En
la práctica la abstención estadounidense es lo mismo que un veto. La
crítica en torno a la guerra de Irak no tiene precedentes. Ciertamente, existe
un consenso acerca de los objetivos de esa guerra, pero existen también muchas
divisiones acerca del uso de la fuerza militar o de la amenaza de su uso. Una
parte sustancial de la elite preferiría utilizar formas económicas, políticas,
para lograr lo que esencialmente son los mismos fines. No se trata de una objeción
moral, se trata de una objeción pragmática, porque entienden perfectamente que
el uso creciente de la fuerza militar aumenta las amenazas mundiales y en
particular contra EE.UU. Y los dueños del mundo no quieren verlo destruido. En
el Foro Económico Mundial, Colin Powell fue recibido de manera bastante hostil
y casi no pudo hablar. Lo que pudiéramos llamar los sectores más moderados
preferirían utilizar métodos llamados neoliberales para lograr la estrangulación
y el control. Eso es muy claro en el caso de Brasil. Hace
40 años en Brasil había un gobierno suavemente populista, el de Joao Goulart,
y la administración Kennedy no pudo tolerarlo, así que organizó un golpe de
Estado. Hoy el presidente de Brasil es un líder mucho más significativo, con
mayor apoyo popular que el que Goulart jamás tuvo, pero no hay golpe militar, y
la razón fundamental es que no hace falta. Las medidas neoliberales,
implementadas sobre todo durante la administración Clinton, significan que no
hay espacio para una formación económica democrática. Y las medidas
neoliberales fundamentales, como la liberalización de los flujos de capital y
las privatizaciones, tienen resultados económicos bastante dudosos,
probablemente negativos, pero tienen un efecto muy claro en impedir la
posibilidad de que los estados adopten alternativas. -
¿Hay diferencias entre demócratas y republicanos en este punto? ¿Clinton, por
ejemplo, hubiera obrado de manera distinta a Bush en las mismas circunstancias? -
Hay un muy angosto espectro. Porque la propia administración Clinton dijo que
tenía derecho a intervenir unilateralmente para mantener libre su acceso a los
recursos del mercado, pero más despacio. Ellos prefieren apretar, pero no
matar. Sin embargo, el objetivo es el mismo e irrenunciable, la dominación. La
esperanza la tenemos que poner en la población del país. En ese sentido,
estamos mejor que hace treinta o cuarenta años. La población está mucho más
civilizada y el fenómeno va en aumento. El activismo de los años 60 condujo a
un cambio sustancial: el exterminio empezó a formar parte de la conciencia
general y eso impone ciertas restricciones a la violencia de Estado. Y no hay
otra vía. No hay fuerza exterior capaz de restringir la violencia del más
poderoso de los estados, cualquiera sea. Las restricciones deben venir de
adentro. |
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